La importancia de los análisis de las aguas de pozo

El agua de pozo, al estar directamente expuesta a diversas influencias geológicas, antropogénicas y ambientales, requiere un análisis riguroso para determinar su calidad y su adecuación para distintos usos, ya sea para consumo humano, industrial o agrícola. La ausencia de un control adecuado sobre los parámetros físico-químicos y microbiológicos puede conllevar riesgos sanitarios y económicos significativos. En este artículo se detallan los principales parámetros a analizar en el agua de pozo, junto con la justificación técnica de su relevancia.

pH

El pH es una medida de la concentración de iones hidrógeno en el agua, lo que determina su acidez o alcalinidad. El rango aceptable para el agua potable según las normativas internacionales oscila entre 6.5 y 9.5, dado que un pH fuera de estos límites puede tener efectos adversos en la salud humana y en la infraestructura de distribución de agua. Un pH bajo (agua ácida) puede aumentar la solubilidad de metales pesados como plomo y cobre, elevando los niveles tóxicos en el agua, mientras que un pH alto (agua alcalina) puede causar precipitación de sales y generar incrustaciones en tuberías.

Conductividad eléctrica

La conductividad eléctrica es una medida indirecta de la concentración total de sales disueltas (TDS, por sus siglas en inglés) en el agua. Este parámetro es fundamental para detectar la presencia de contaminantes como cloruros, nitratos y sulfatos, que provienen tanto de fuentes naturales como de actividades humanas (fertilizantes, aguas residuales, infiltraciones salinas). Valores superiores a los límites establecidos pueden afectar tanto la potabilidad como la idoneidad del agua para riego, debido al riesgo de salinización del suelo.

Dureza total

La dureza del agua se refiere a la concentración de iones calcio (Ca²⁺) y magnesio (Mg²⁺), que suelen presentarse en forma de carbonatos y bicarbonatos. Este parámetro tiene un impacto directo en el uso doméstico e industrial del agua, ya que altas concentraciones pueden provocar incrustaciones en sistemas de tuberías, calderas y sistemas de refrigeración, aumentando los costos de mantenimiento y disminuyendo la eficiencia operativa. En el contexto sanitario, una dureza excesiva puede modificar el sabor del agua y generar efectos adversos en personas con predisposición a cálculos renales.

Cloruros

La presencia de cloruros en concentraciones elevadas puede ser indicativa de contaminación por intrusión marina o filtración de aguas residuales. En concentraciones superiores a 250 mg/L, los cloruros pueden conferir un sabor salado al agua, además de tener efectos corrosivos sobre las infraestructuras metálicas. Es esencial monitorear este parámetro para prevenir la corrosión de las instalaciones de distribución y para evitar problemas de calidad organoléptica.

Nitratos y nitritos

Los nitratos y nitritos son productos derivados del ciclo del nitrógeno y su presencia en el agua es, en muchos casos, consecuencia de la aplicación intensiva de fertilizantes nitrogenados en la agricultura. También pueden ser resultado de la descomposición de materia orgánica en fuentes cercanas. Concentraciones elevadas de nitratos, superiores a 50 mg/L, representan un riesgo importante para la salud, particularmente en lactantes, donde pueden causar metahemoglobinemia (conocida como síndrome del bebé azul). Los nitritos, más reactivos que los nitratos, son especialmente peligrosos debido a su capacidad para formar nitrosaminas, compuestos potencialmente cancerígenos.

Metales pesados

Los metales pesados, como el plomo (Pb), cadmio (Cd), arsénico (As), níquel (Ni), y cromo (Cr) son tóxicos incluso a concentraciones extremadamente bajas y su acumulación en el organismo puede llevar a efectos adversos crónicos. Estos metales pueden ingresar en el agua subterránea a través de la disolución de minerales presentes en el suelo o por la contaminación industrial. El plomo, por ejemplo, es un neurotóxico que afecta el desarrollo cognitivo en los niños, mientras que el cadmio puede causar daño renal.

Fluoruros

El flúor tiene un doble papel en el agua de consumo humano. En concentraciones moderadas (alrededor de 1.5 mg/L), es beneficioso para la prevención de caries dentales. Sin embargo, concentraciones superiores pueden causar fluorosis, una enfermedad que afecta tanto los huesos como los dientes, y que es irreversible. La presencia de flúor en el agua puede deberse tanto a fuentes naturales (disolución de minerales) como a la adición artificial en programas de salud pública.

Sulfatos

Los sulfatos, en concentraciones superiores a 250 mg/L, pueden impartir un sabor amargo al agua y tener efectos laxantes en los consumidores. Además, los sulfatos contribuyen a la corrosión de las instalaciones de distribución de agua. Su presencia puede deberse a la disolución de minerales naturales o a actividades industriales. El control de los niveles de sulfatos es crucial para garantizar la potabilidad del agua y para evitar problemas en procesos industriales.

Turbidez

La turbidez es una medida de la claridad del agua y está directamente relacionada con la presencia de partículas suspendidas, como sedimentos, microorganismos o compuestos orgánicos. La turbidez alta no solo afecta las propiedades organolépticas del agua, sino que también puede interferir con los procesos de desinfección, protegiendo a los patógenos del contacto con agentes desinfectantes como el cloro. En términos técnicos, una alta turbidez suele ser un indicador de problemas en la fuente o el sistema de distribución.

Amonio

El amonio es un indicador clave de la presencia de contaminación orgánica, ya sea por descomposición natural o por la intrusión de aguas residuales. Aunque no es tóxico en concentraciones bajas, su presencia puede ser precursora de otros problemas más graves, como la formación de nitritos y nitratos en el agua.

Microbiología

El análisis microbiológico del agua de pozo es esencial para detectar la presencia de patógenos potencialmente peligrosos. La detección de Escherichia coli y coliformes indica contaminación fecal reciente, lo que representa un riesgo inmediato para la salud pública. La presencia de aerobios totales es otro indicador de contaminación general.

CONCLUSIÓN

El análisis de los parámetros físico-químicos en el agua de pozo es fundamental para garantizar la seguridad y calidad del agua destinada a consumo humano, agrícola e industrial. El uso de técnicas analíticas avanzadas como la espectrofotometría de absorción UV-Vis, espectrometría de emisión de plasma (ICP) y potenciometría permite obtener mediciones precisas que ayudan a monitorear y controlar los riesgos asociados con la contaminación del agua subterránea. La identificación temprana de desviaciones de los límites establecidos por normativas es clave para implementar medidas correctivas a tiempo y asegurar la sostenibilidad de los recursos hídricos.